No sé si hay algo en la vida que me ponga más a prueba que hacer un trámite en una institución pública de Paraguay. Es como un videojuego de terror, pero sin la parte divertida. La misión es simple: obtener un papelito que diga algo. La realidad es que es una prueba de resistencia que haría llorar al mismísimo Rambo.
Todo empieza con la fila, un monstruo bíblico de gente que parece haber hecho un juramento de no sonreír nunca. La fila es interminable, aburrida, y lo peor de todo, está llena de “personajes”. Está el vendedor de chipa que te ofrece la misma argolla de almidón cada cinco minutos, la señora que se queja del calor como si fuera la primera persona en sentirlo, y mi favorito: el tipo que se salta la fila y tiene la cara de cemento para hacerse el desentendido.
Después de una eternidad, cuando ya casi te das por vencido, llegás a la famosa ventanilla. Y ahí está. El burócrata. Una persona con una cara de culo esculpida en piedra, con la mirada perdida en el infinito y un nivel de empatía que roza el cero. Le explico mi problema, que es tan simple que hasta mi perro lo entendería. Y ahí viene el clásico: “Le falta un papel”. ¿Cuál? ¿La declaración jurada de mi abuela?
Claro, el problema no se puede resolver porque el sistema se cayó, el burócrata no sabe cómo ayudarte o simplemente “no es su área”. Y ahí es donde entra la parte más frustrante: la solución. Tenés que ir a otra oficina, a dos horas de distancia, para conseguir una firma que debió estar ahí desde el principio. O, peor aún, te dicen: “Vuelva la semana que viene”.
Y lo peor de todo es que, después de toda la odisea, el problema nunca se resuelve de forma definitiva. Al final, te das cuenta de que no es solo un trámite, es una experiencia mística. Una que te deja sin paciencia, con ganas de prender fuego todo, y con la certeza de que tu tiempo no le importa a nadie.
Al final del día, te das cuenta de que la única guía para sobrevivir a esto es la paciencia, el humor, y una jarra de tereré para hidratarte en la fila. Y, claro, la esperanza de que, algún día, el trámite se pueda hacer desde un celular.