Sketch Callejero

Cómo un hippie y mi mal humor terminaron siendo la comedia de la semana

Ese día mi cara era un cartel luminoso que decía: “no me rompas las bolas”. Venía hablando por teléfono, metido en un problema que me tenía hasta el cuello, cuando de repente siento que alguien se me pega por detrás.

Miro de reojo: un hippie. Pulseritas, olor a incienso rancio y esa sonrisa de “paz y amor, hermano, dame una monedita”. El tipo ni me miró a los ojos, solo estiró la mano como si yo fuera un cajero automático con patas.

Y ahí exploté. Sin pensarlo, me di vuelta y le di un golpetazo duro en el hombro. Le largué en seco:
Estoy hablando por teléfono chera’a, dejá de romper las bolas, vago de mierda.

Reflexión rápida (porque no todo es joda)

Aclaro: no estoy celebrando la violencia ni mucho menos. Fue un impulso, un desborde. La situación es graciosa por el contexto, no porque esté bien reaccionar así. Y también entiendo que pedir plata en la calle tiene mil realidades detrás, no todo es blanco o negro.

Pero al final me quedó algo claro: incluso tu peor cara puede sacarle una sonrisa a alguien. Y a veces, sin darte cuenta, terminás siendo la comedia del día

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2 Comentarios
  • Justo
    Justo
    septiembre 14, 2025 a las 3:32 pm

    Bien Hecho! hyppie que veo, hyppie que golpeo

    Reply

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